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Crear una experiencia
El verano pasado hice un viaje en coche con una buena amiga por Europa. La premisa fundamental del viaje era hacerlo low-cost: para dormir nos buscamos un motel, un camping o incluso nos apañamos con montar la tienda de campaña en un trozo de césped en un área de servicio. Eso sí: una cosa es el dormir, y otra bien distinta es el yantar. Si llegas a Burdeos a las once de la noche y encuentras todo cerrado menos una pequeña bodega del casco antiguo, en la que el dueño (treinta y pocos) está compartiendo su vino con amigos, lo normal es que te pares y te tomes una copa de buen vino. Si vas conduciendo por Normandía y pasas por un pueblo muy cuco para hacerte unas fotos, lo normal es que te pares y te lleves un poco de camembert y calvados. Si vas a Ámsterdam... bueno, pues eso. Si vas a Luxemburgo y tienes oportunidad de comprar los mejores chocolates belgas, el mejor pan francés, el mejor queso holandés y un poquito de paté (que por aquí todo el mundo hace muy bien), pues vas y comes de lujo. Si vas a Stuttgart y resulta que es la segunda ciudad de Europa con más variedad de aguas termales, lo normal es que te pases la tarde en el mayor spa de la ciudad. Y si encima te has hecho amigo de los dueños del zoo, pues te has pasado la mañana viendo el recinto de gratis y con una guía excepcional. En fin, la conclusión es sencilla: no hace falta una pulsera todo-incluído para hacer un viaje de lujo (aunque a veces también mola)
05/03/2012 12:59:00
Publicado hace 13 años